¿Sabías que el ser humano tiene más de 650 músculos que equivalen a un 57 por cien de su masa corporal? Sin músculos no podríamos, literalmente, mover ni un dedo: nada de aplausos, nada de cuerdas vocales, nada de digestión ni siquiera pestañear.
El músculo esquelético cumple una gran variedad de funciones, siendo la principal la de permitir que nos movamos de un lugar para otro. Para esto disponemos de, simplificando, dos tipos de fibras musculares: las que alcanzan su máxima fuerza en un mínimo de tiempo y se cansan rápidamente. Y las de resistencia que reaccionan más lentamente pero de forma contínua en el tiempo, por ejemplo cuando hacemos footing.
Sin embargo, los músculos son mucho más que una simple ayuda para movernos. Se comunican con otros tejidos, los controlan e, incluso, tienen efectos sobre nuestro cerebro. En su conjunto constituyen el órgano de mayor peso y están interconectados con el resto del cuerpo de una forma muy compleja.
Esta interdependencia ha sido ignorada por la ciencia durante mucho tiempo, pero hace ya algunos años se empieza a entender que tienen funciones vitales: nos protegen de enfermedades si hacemos un buen uso de ellos y nos pasan factura si ignoramos sus necesidades.
Pero empecemos por las malas noticias: nada dura eternamente ni siquiera la masa muscular: se va perdiendo de forma gradual a partir de los 30 años. Cada 10 años la masa muscular disminuye en un 5 por cien y a partir de los 70 años dicha disminución se va acelerando exponencialmente. Ningún proceso degenerativo por envejecimiento – la sarcopenia, del griego ‘escasez de carne’ – es tan galopante, trasladándose en una transformación y pérdida de la masa muscular. Por un lado, la fibra muscular se va sustituyendo por tejido de grasa, van disminuyendo los vasos sanguíneos y degenerando las conexiones entre las células nerviosas y la fibra muscular. Hasta ahora no existe ningún medicamento para remediar esta degeneración – a pesar de que sería un negocio redondo. Los científicos ya están buscando pistas investigando a los osos ya que éstos, a pesar de hibernar y no usar los músculos en invierno, no sufren ninguna perdida muscular. Ya han localizado algunas proteínas responsables para ello pero aún tardarán hasta encontrar un tratamiento eficaz.
La masa muscular tiene una gran influencia sobre otros órganos y el bienestar en general. Si disminuye también disminuye el resto. Además, la contracción muscular libera mioquinas al sistema circulatorio estimulando así procesos metabólicos como, por ejemplo, oxidación de grasas y captación de glucosa por las células.
El ejercicio físico es la prevención más efectiva de enfermedades e síntomas del envejecimiento ya que se liberan mioquinas. La masa muscular se comunica con otros tejidos y órganos, por ejemplo, el tejido adiposo, hígado, páncreas, hueso y cerebro, mediante las mioquinas. Por ejemplo, la mioquina IGF-1 llega hasta los huesos donde estimula la división celular generando, a su vez, masa ósea y protegiéndose contra la osteoporosis. Los mensajes de los músculos llegan hasta el tejido adiposo convirtiendo la grasa blanca en grasa marrón disminuyendo así los depósitos de la grasa blanca.
Las mioquinas también fomentan la producción de neurotransmisores del sistema inmunitario combatiendo inflamaciones crónicas. Dos mensajeros de los músculos llamados catepsina B e irisina llegan incluso hasta el cerebro fomentando la generación de neuronas, mejorando nuestra memoria y previniendo la demencia. Las mioquinas hasta pueden frenar el crecimiento de tumores en el intestino y la próstata, incluso en un estado avanzado de cáncer. Muchos médicos de medicina deportiva opinan que tener una musculatura ejercitada es como disponer de una farmacia propia dentro del cuerpo que protege contra muchas enfermedades, no solo de la osteoporosis y el cáncer sino también de depresiones y diabetes. Que tipo de ejercicio tiene efectos positivos?
Habitualmente muchas personas piensan en el footing, la natación o la bicicleta para mantenerse en forma. Sin embargo, ya se sabe que la resistencia no lo es todo y que la fuerza tiene mucha importancia. En el 2011 el ministerio de sanidad británico recomendó la incorporación de ejercicios de fuerza dentro del programa de prevención de la salud. La WHO recomienda realizar un mínimo de dos veces a la semana ejercicios para reforzar la masa muscular tanto para personas jovenes entre 5-17 años como para la gente mayor. Esto no solo frena la disminución de la masa muscular sino incluso llega a aumentar la misma, incluso en personas entre 80 y 90 años.
Aún se desconocen los detalles pero según los científicos, el entrenamiento de fuerza genera muchos neurotransmisores: cuanto más entreno y más masa muscular mayor generación de mioquinas. Sin embargo, el secreto está en encontrar un buen equilibrio entre entreno de resistencia y de fuerza. Tres entrenos a la semana son suficientes para conservar la salud que idealmente se deberían combinar con un buen recuperador proteico de origen vegetal https://begreenorganic.es/categoria-producto/proteinas-vegetales-vegetarianas-veganas/ y unos hábitos alimenticios sanos.